La gran preocupación para los inversionistas y empresarios en América Latina ha sido el precio del petróleo. Su fuerte caída ha arrasado con las ganancias de las grandes petroleras, y con ello, las utilidades de todo el sector energético. Desafortunadamente, Colombia, México y Brasil siguen siendo países muy dependientes del crudo, entre otras materias primas. En el caso de Chile y Perú las malas noticias han surgido por las fuertes caídas de los metales industriales y el oro.
Los números no dan buenas noticias. Los precios del crudo han caído 32% este año, varios índices accionarios como el COLCAP de Colombia han devuelto el 28% de las ganancias en lo corrido del año. El índice MILA 40, que representa el desempeño de las bolsas en la región andina, han caído 32%. Incluso cuando el índice S&P500 de las acciones en EE.UU está cerrando el año con un dos por ciento de pérdidas, el sector energético en este mismo país ha generado una pérdida de 23%.
La buena noticia. Cuando todo son malas noticias, es porque en algún momento vendrán las buenas nuevas. Los inversionistas ya han descontado el alza de tasas de interés en Estados Unidos y el impacto sobre los precios del petróleo, y por lo tanto, estos factores no deberían tener impacto relevante sobre los mercados de valores. Asimismo, el mercado ya ha considerado tanto el desbalance entre oferta y demanda del crudo, dado que la OPEC ha sido enfática en no reducir la producción del petróleo, como el desacelere en la economía global que implican una reducción en la demanda.
Es claro que 2015 fue un año muy negativo para el petróleo, que como tal, es algo poco común. En mi opinión, el petróleo puede tocar fondo en los próximos días (probablemente alrededor de los $32 dólares por barril en el WTI), pero para 2016, el mundo no puede sostener los precios actuales, a menos que esperemos un colapso económico (lo cual no es muy factible). En contraste, la fuerte caída en CAPEX de las petroleras en Estados Unidos implicará una reducción en la producción, lo cual ayudará a balancear la oferta y demanda del petróleo, y por ende, impulsar al alza los precios.
En pocas palabras, el petróleo está por tocar fondo, lo cual es en realidad una buena noticia para Latinoamérica.