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Trump en Medio Oriente
Lun, 29/05/2017 - 09:54

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Desde 1981 el primer viaje al exterior de todo presidente de los Estados Unidos había sido hacia Canadá o México. Pero tras las represalias comerciales contra Canadá, la interferencia con proyectos de inversión en México, amén de múltiples epítetos endilgados por Trump a esos países, parecía prudente buscar otro destino. Arabia Saudí era una monarquía absoluta que podía garantizar que no habrían protestas durante su visita, y donde existían en ciernes contratos para venta de armas por 110, 000 millones de dólares.

En los discursos que pronunció en Arabia Saudí e Israel, Trump dejó en claro que su política en Medio Oriente tiene dos componentes medulares: el combate al terrorismo de ISIS y Al Qaeda, y la confrontación con Irán, Estado al que calificó como principal fuente de la violencia sectaria y de respaldo al terrorismo en la región. Que ISIS y Al Qaeda son organizaciones terroristas irreductibles, que por ende deben ser derrotadas militarmente, no es una afirmación controversial. Tampoco lo es que Irán promueve las divisiones sectarias en la región y respalda a organizaciones que emplean el terrorismo como táctica (V., las milicias chiíes de Iraq, Hezbolá y Hamás).

Sí resulta controversial singularizar al régimen iraní por ambos cargos. Por ejemplo, un cable de Diciembre de 2009 del Departamento de Estado (es decir, cuando Hillary Clinton era Secretaria de Estado), concluía que “donantes de Arabia Saudí constituyen la fuente más significativa de financiamiento para grupos terroristas sunníes a nivel mundial”. Y mientras virtualmente no existen iraníes militando en ISIS o Al Qaeda, 15 de los 19 atacantes suicidas que perpetraron los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 tenían nacionalidad saudí. Además de recordar eso durante su campaña electoral, Trump llegó a sostener durante una entrevista con Fox News en 2016 (sin ofrecer prueba alguna) que cuando se desclasificaran los documentos respectivos, se descubriría la participación del régimen saudí en esos atentados. En cuando a inflamar la violencia sectaria, el lector puede observar en el documental de la BBC “Freedom to Broadcast Hate”, como medios financiados con fondos provenientes de monarquías del Golfo Pérsico (como Arabia Saudí), fomentan la animadversión hacia la rama chií del Islam.

A diferencia de las milicias que respalda Arabia Saudí (algunas de las cuales se aliaron con la rama local de Al Qaeda), o de Israel (cuyos bombardeos en Siria son contra Hezbolá o fuerzas del régimen), las fuerzas iraníes y sus aliados combaten contra Al Qaeda en Siria y contra el ISIS en Iraq. De hecho, en el caso de Israel el diario conservador israelí “Jerusalem Post” titulaba así un reporte del 13 de Marzo de 2015: “Israel brinda tratamiento a combatientes de Al Qaeda heridos en la guerra civil siria”, vinculo que constataron también los cascos azules de la ONU. Dada la controversia que ello ocasionó, el diario israelí “Haaretz” ofrecía el 20 de Julio de 2015 el siguiente titular: “Israel detiene el tratamiento médico a integrantes del Frente Al Nusra” (V., la rama siria de Al Qaeda).

Todo ello sin mencionar que los bombardeos de Arabia Saudí en Yemen (que, según la ONU, han causado la muerte de cerca de 5,000 civiles) y la ocupación israelí de territorios palestinos (que en Junio cumple medio siglo), son hechos a los que apelan los terroristas en sus campañas de reclutamiento.

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