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Un "Pilar Académico" para la asociación de A. Latina, el Caribe y la Unión Europea
Jue, 24/08/2017 - 11:16

Héctor Casanueva

Europa y las migraciones: una paradoja
Héctor Casanueva

Héctor Casanueva es profesor e investigador en Historia y Prospectiva de la Universidad de Alcalá de Henares, director del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia y ex embajador de Chile.

La Asociación Estratégica ALC-UE constituye una realidad geopolítica fundamental: es la única relación birregional vigente en el mundo, que tiene unas definiciones comunes y valores compartidos, y un seguimiento ininterrumpido que en lo formal lleva ya 18 años, desde la primera Cumbre en Río de Janeiro de 1999. Esta relación, se ha dicho en reiteradas reuniones oficiales, documentos de la UE y de organismos latinoamericanos, tiene como objetivo central “construir juntos el futuro” y “ser actores globales”. La última declaración, de la Cumbre de Bruselas de 2015, se titula precisamente "dibujando/perfilando nuestro futuro común, trabajando juntos para sociedades prósperas, cohesionadas y sustentables para nuestros ciudadanos”

Para cumplir con este objetivo, se han desarrollado un conjunto de iniciativas de cooperación en los más variados campos, y desde el punto de vista formal, se va construyendo mediante los Acuerdos de Asociación que ya se han firmado entre la UE y México, Chile, Perú, Colombia, Ecuador, Centroamérica y Panamá, y el Caribe, los que comprenden el diálogo político, el libre comercio y la cooperación. Siguen las prolongadas negociaciones con el Mercosur, las que al parecer por fin van a culminar en un acuerdo. Y esta asociación estratégica se va monitoreando cada dos o tres años por los Jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones, mediante una diplomacia de Cumbres birregionales, que se realizan ininterrumpidamente desde 1999. Ya van ocho, la última fue en Bruselas en junio de 2015 y la próxima será en El Salvador, en principio en octubre de este año.

Si bien ha habido grandes avances en la relación birregional, falta aún situarse prospectivamente en términos del futuro, definiendo en común qué tipo de sociedad global queremos contribuir a crear conjuntamente, cuáles serán los componentes de esa sociedad, las bases concretas y los instrumentos políticos. Los valores comunes están, la perspectiva histórica también, hay que definir el modelo y, junto con esto, lo más relevante, la preparación de quienes serán los actores, a ambos lados, de este proceso de construcción en común.

Para alimentar la reflexión en torno al modelo al que aspiramos en común, la participación de la comunidad académica de ambas regiones resulta fundamental, acompañando a las esferas oficiales con propuestas concretas y articulándose en función del objetivo, por lo menos en tres ámbitos: reflexión política sobre modelo de sociedad y gobernanza; propuestas de políticas públicas para la educación y el empleo del futuro; requisitos normativos comunes para la libre circulación entre ambas regiones de académicos, investigadores, estudiantes y profesionales, en un verdadero Espacio Común de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación.

En esta perspectiva, visionariamente, ya en 1999, las autoridades políticas de las dos regiones establecieron como una prioridad la educación, y en especial la educación superior, planteando la creación de un espacio común.

La constatación de que la idea establecida en la Declaración de Río en 1999, de contar con un Espacio Común de Educación Superior entre ambas regiones, no avanzaba mayormente desde entonces, pese a reuniones oficiales de ministros y altos funcionarios –la más relevante posiblemente sea la de ministros de educación ALC-UE de París en 2000- y a importantes programas de cooperación birregional en marcha, llevó al convencimiento de un grupo importante de universidades y académicos de las dos regiones, de que a ese proceso le faltaba la participación activa y más organizada de la “sociedad civil académica” de ambos lados, que es en realidad el actor principal de un propósito como este.

De ahí que en 2012, durante la preparación de la Séptima Cumbre de jefes de estado y de gobierno de América Latina, el Caribe y de la Unión Europea (ALC-UE) a celebrarse en Santiago de Chile en enero de 2013 (que sería a la vez la Primera Cumbre CELAC-UE, dada la creación de la CELAC en 2011), un importante grupo de autoridades universitarias y académicos reunidos en un seminario sobre relaciones ALC-UE organizado por el CELARE (Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa) que se realizó en Santiago en 2012, con los auspicios de la CEPAL, lanzó la iniciativa de crear el “pilar académico” de la Asociación Estratégica birregional. Este grupo hizo un llamado a realizar la I Cumbre Académica ALC-UE en el entorno de la Cumbre oficial de enero 2013. En dicha cita, con participación de 250 universidades y 600 académicos de las dos regiones, se sentaron las bases de un proceso de “Cumbres Académicas” organizadas por el Foro Académico Permanente (FAP ALC-UE) creado en ese momento, en el que ya participan más de 2000 rectores, decanos, directores, académicos, investigadores de la UE y ALC. A este proceso, se han ido integrando otras redes y asociaciones y han surgido iniciativas simultáneas como el Consejo de Rectores de ALC-UE. La segunda se celebró en Bruselas en 2015 y la tercera se realizará en el entorno de la oficial de El Salvador, en coordinación con el Consejo de Rectores de ALC-UE, la Universidad de El Salvador, UDUAL, UNICA, RED-UE, EUA y otras redes universitarias.. Se realizan cada dos años, en paralelo a las cumbres oficiales (como ocurre también con una Cumbre Empresarial, una Cumbre Social, una Cumbre Juvenil, y otra Sindical), para proporcionar a los Jefes de Estado y de Gobierno las propuestas de la comunidad universitaria para avanzar en la creación del “Espacio Común de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación ALC-UE”.

Gracias al esfuerzo de la comunidad académica que se ha organizado desde 2013, se introdujo en Bruselas el Capítulo 9 de Educación Superior en el Plan de Acción de ambas regiones, que se complementa y busca la convergencia con el Capítulo I sobre Ciencia y Tecnología.

Muchos avances se han producido desde 2013 en términos de contenidos, de diseño y de propuestas, con importantes contribuciones de universidades y redes, para construir progresivamente ese espacio común, que están a disposición de los poderes públicos para que a su vez asuman la tarea de crear las condiciones normativas, financieras y logísticas para que este proceso se exprese integralmente. Llegar en el mediano plazo a un espacio común para la libre circulación de estudiantes, académicos, profesionales y funcionarios de universidades y centros de investigación significa crear una base de sustentación para la asociación estratégica que alimente las decisiones tendientes a plasmar en la realidad ese modelo de sociedad que juntos tenemos que construir.

Ante la dinámica de la era digital y la cuarta revolución industrial, la creación del espacio birregional se hace cada vez más urgente. El mundo académico de ambas regiones tiene la tarea de trabajar y trasmitir, de consuno, en la docencia, la investigación y la vinculación con el medio, los valores básicos de esa sociedad a la que aspiramos. Y otro, cuales son las necesidades de formación para los empleos, la producción de bienes y servicios de la cuarta revolución industrial que ya está aquí.

Se necesita un pensamiento estratégico para prestar atención en las políticas públicas al cambio de los sistemas educativos, los programas de estudios, los sistemas de entrenamiento y reconversión laboral, la creación de incentivos a la I+D y a la innovación para producir cambios fundamentales en la naturaleza del trabajo, para evitar el desempleo masivo y el aumento de las diferencias de ingresos, atendiendo a las nuevas formas de producción de bienes y servicios.

Como el desafío de la cuarta revolución industrial es global, las soluciones, las políticas, deben también ser globales. Por eso que es tan necesaria una alianza férrea del mundo académico de Europa y América Latina, para crear un espacio común que asuma estos desafíos. Los acuerdos en convalidaciones, reconocimientos mutuos y otros componentes de la cooperación universitaria, son muy necesarios e imprescindibles por cierto. Pero se trata también de que en esta alianza, trabajemos para sentar las bases de una nueva realidad, para crear una sociedad solidaria, integrada, desarrollada e inclusiva. Y en ello, un Espacio Común euro-latinoamericano y caribeño de Educación Superior, Ciencia, Tecnología y Educación es imprescindible.