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Vision Zero: diseñando calles más seguras en Nueva York
Lun, 24/03/2014 - 23:55

Sebastián Lew

El parque lineal más largo del mundo
Sebastián Lew

Sebastián Lew, nacido en la Patagonia Argentina, es Analista de Planificación Urbana del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Actualmente, es miembro del equipo coordinador de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES) en Washington, DC y está cursando el doctorado en ‘Urban Planning and Policy’ de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC). Sebastián tiene experiencia profesional tanto en el sector privado como en el público, a nivel local y nacional. Antes de su ingreso al BID, se desempeñó como Coordinador de Proyectos de Desarrollo Territorial en la ‘Fundación de Investigaciones Económicas y Sociales’ (FINES), en Buenos Aires, Argentina, donde trabajó en el proyecto ‘Golfo San Jorge Hacia un Territorio Inteligente’. Previamente se graduó con una Licenciatura en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y con una Maestría en ‘Globalisation and Development’, en el Departamento de Política y Estudios Internacionales (PAIS) de la Universidad de Warwick, en el Reino Unido. Asimismo, cuenta con estudios y experiencia profesional en sistemas de información geográfica (SIG) y análisis geoespacial.

El idilio de las ciudades con el automóvil ha logrado que nos parezca natural vivir en espacios urbanos diseñados para el tráfico sin tener en cuenta la seguridad y la salud de las personas. Nueva York ha decidido cambiar esta realidad.  Hace pocos días, cumpliendo una promesa de campaña, el nuevo alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, presentó Vision Zero, un ambicioso plan para eliminar las muertes por causa de accidentes de tránsito. En Nueva York, en el último año, los autos hirieron a casi 55.000 personas y mataron a 286, casi tantas como las víctimas de armas de fuego (333). La mayoría de ellas (176) eran peatones. Entre estos, los más vulnerables fueron los niños y las personas de edad avanzada.

¿Qué es Vision Zero? Nació en Suecia en 1997 como un conjunto multi-dimensional de políticas públicas destinadas a alcanzar un futuro en el que nadie muera o sea gravemente herido por culpa del tráfico automotor. Esta visión parte de un imperativo ético insoslayable: la pérdida de vidas humanas no puede ser aceptada como un resultado inevitable del tránsito. Las colisiones en el tráfico son vistas como el resultado de una serie de acciones susceptibles de ser modificadas o prevenidas a través del control policial, la educación y especialmente un mejor diseño urbano. Vision Zero plantea que las calles pueden ser diseñadas de tal manera que, si ocurre un accidente, éste no resulte en una muerte o en una lesión de por vida. La consecuencia lógica de este enfoque es que la responsabilidad de las muertes por el tránsito no sólo recae en los usuarios de las calles (automovilistas, ciclistas, peatones) sino también en quienes las diseñan.

Desde su adopción en Suecia, Vision Zero ha logrado reducir el número de muertes en el tránsito en 30%. En Estados Unidos, aquellos estados que han implementado este enfoque multifacético en la última década, han logrado mejoras aún más notables: reducciones del 40% en Washington, 43% en Minnesota y 48% en Utah.

Vision Zero en Nueva York. Del análisis de las 63 estrategias que componen la versión neoyorquina del plan Vision Zero [PDF] -elaborado por varias agencias de la ciudad- se desprenden cinco áreas destacadas, seguramente útiles para cualquier ciudad que aspire a reducir el número de víctimas fatales en el tránsito:

1.- Límites de velocidad más bajos: la velocidad es una cuestión de vida o muerte. Un peatón atropellado por un auto a 64km/h tiene sólo 30% de probabilidad de sobrevivir. A 48km/h tiene 80% y a 32 km/h su probabilidad de sobrevivir al accidente asciende al 98%. Por ello, el plan propone múltiples recomendaciones para hacer de la velocidad una función de la seguridad, y no a la inversa, como sucede actualmente. Una de ellas es reducir el límite de velocidad en toda la ciudad a 40 km/h (25 millas/hora) (a través de una ley del estado).  También se expandirá el exitoso programa de ‘zonas lentas’, barrios residenciales en los que, a propuesta de los propios  vecinos, el límite de velocidad es reducido a 32 km/h. El mensaje principal es que los vecindarios no pueden ser usados como atajos para llegar más rápido a destino.

2.- Penas más severas: las estadísticas de Nueva York para los últimos cinco años revelan que el 70% de los fallecimientos de peatones se produjo por factores ajenos a su control y, en particular, como consecuencia de conductas riesgosas de los automovilistas (exceso de velocidad y hablar por celular son las más comunes). En el 53% de los casos, éstos éstos fueron responsables directos de la muerte de peatones y en el 17% tuvieron una responsabilidad compartida. Vision Zero plantea un aumento de las penas para aquellos conductores que lesionen a peatones o ciclistas como consecuencia de conductas riesgosas. El plan propone que estas conductas sean consideradas delitos y no simples infracciones de tránsito. También se incrementarán las penas para los conductores que abandonen el lugar de un accidente y para aquellos taxistas que lesionen a peatones o ciclistas como consecuencia del manejo riesgoso.

3.- Efectiva aplicación de la ley: Vision Zero pone un énfasis especial en el cumplimiento efectivo de las leyes y regulaciones del tránsito.  El plan aspira a que la policía de Nueva York realice un mejor trabajo a la hora de combatir las conductas riesgosas de los automovilistas. A tal fin, la ciudad aumentará el número de oficiales de tránsito, incorporará nuevas tecnologías y mejorará el entrenamiento policial. Muchos analistas coinciden en que, de concretarse, esto representaría la mayor innovación con respecto a las administraciones anteriores.

4.- Uso de nuevas tecnologías: la ciudad adoptará nuevas tecnologías para mejorar su capacidad de analizar información estadística sobre accidentes viales.  Estas herramientas le permitirán identificar con mayor precisión las intersecciones, corredores y conductas de los automovilistas más problemáticas y así poder asignar recursos de manera más eficiente. La ciudad también incorporará nuevas cámaras en los semáforos y equipos para el control de la velocidad “multiobjetivo” y “multicarril” basados en tecnologías LIDAR de última generación. En los taxis se instalarán “cajas negras” -como tienen los aviones- que registrarán información a ser utilizada en caso de accidentes. También se plantea instalar dispositivos que alerten a los pasajeros de los taxis sobre el exceso de velocidad y, eventualmente, que automáticamente pausen el taxímetro, si eso sucede. Asimismo, antes de fin de año, todos los vehículos de la flota de la alcaldía serán equipados con equipos que registren el exceso de velocidad y otras conductas riesgosa.

5.- Rediseño de calles e intersecciones: el problema de la seguridad vial no sólo tiene que ver con la debilidad del control policial, automovilistas irresponsables o peatones distraídos. Una de sus dimensiones principales, mucha veces olvidada, es el diseño urbano. Resulta difícil reducir la velocidad de los autos en calles cuyo diseño invita a hacer lo contrario.

Bajo el liderazgo del alcalde anterior, Michael Bloomberg, numerosas calles de Nueva York fueron rediseñadas para apaciguar el tráfico y aumentar la seguridad peatonal. Combinando diversas herramientas de bajo costo (como por ejemplo, extensiones de aceras y esquinas, mejoras en la señalización de pasos de cebra, plazas e islas peatonales, mobiliario urbano, junto a nuevas regulaciones sobre giros en las intersecciones y estacionamientos), estas intervenciones mejoran la visibilidad y la previsibilidad de los distintos usuarios. ¡Y funcionan!  En los sitios donde se han implementado, el número de fallecidos ha descendido 34%, el doble que en el resto de la ciudad.

Continuando las políticas de su antecesor, el alcalde de Blasio ha decidido identificar y rediseñar los corredores e intersecciones más peligrosos de la ciudad (al menos 50 por año).  Además de mejorar la seguridad de los peatones, estas modificaciones generan espacios de convivencia y proximidad más atractivos y confortables y contribuyen así a un mayor bienestar de los neoyorquinos.  El ejemplo más emblemático de estas intervenciones es la reconversión de Times Square en una plaza peatonal.

¿Vision Zero en las ciudades de América Latina? Al lanzar Vision Zero, el alcalde de Blasio ha puesto el problema del manejo irresponsable -y su impacto en la vida y la salud de las personas- en el tope de la agenda política de Nueva York. Como señala el analista John Petro en un artículo reciente, “el imperativo moral arraigado en Vision Zero ya ha comenzado a cambiar las actitudes de la gente con respecto a la seguridad vial, y ese es el primer paso hacia un cambio de los comportamiento en las calles”.

En América Latina y el Caribe, por el contrario, el problema de la seguridad vial está bastante lejos de ocupar un lugar prominente en la agenda política de nuestros países y ciudades, pese a que la violencia del tráfico se cobra miles de vidas cada año. En la región, 17 de cada 100.000 habitantes muere en accidentes de tránsito cada año y se proyecta que en el 2020 esta tasa de mortalidad ascenderá a 24,2 si no se toman medidas inmediatas.[1] (En Suecia es de 3 muertes por 100.000 habitantes). Entre el 50% y el 70% de las muertes por accidentes viales en la región ocurren en las calles de nuestras ciudades. Esta situación se torna aún más grave si tenemos en cuenta el modelo de crecimiento urbano que predomina en América Latina: baja densidad, ausencia de planificación y prioridad del auto privado como medio de transporte (con el consecuente incentivo a la expansión del parque automotor).

No hay ninguna garantía de que por aplicar un enfoque como Vision Zero las ciudades de la región van a obtener automáticamente el mismo éxito que Suecia. Las causas de la inseguridad vial en América Latina son complejas y los factores culturales que intervienen no pueden ser minimizados. Sin embargo, Vision Zero nos aporta una hoja de ruta clara hacia ciudades más humanas, con herramientas que contribuyen efectivamente a disminuir las muertes en el tránsito. La evidencia demuestra que los enfoques integrales -aquellos que utilizan los datos de manera inteligente para optimizar la educación vial, el control policial y el diseño urbano- tienen más probabilidades de éxito. Además de ayudar a recuperar la calle como un espacio público, estas iniciativas salvan vidas. Campañas masivas como Vision Zero pueden, asimismo, impulsar un necesario cambio de mentalidad en la sociedad.  Solo si entendemos que los accidentes graves no son ni aceptables ni inevitables es que podremos comenzar a reducirlos.

¿Crees que es posible lograrlo en tu ciudad?

*Esta columna de opinión fue publicado originalmente en el blog Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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