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Llegar a cero en la lucha contra el VIH/SIDA
Jue, 12/12/2013 - 13:30

Pedro García

¿Un piso de protección social en América Latina?
Pedro García

Pedro García (@RemediosPedro) trabaja actualmente como asistente de investigación en la Unidad de Pobreza y Desarrollo Humano de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD en Nueva York. Cursó un master en Política y Comunicación en el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po Paris), y una licenciatura en estudios latinoamericanos en la misma institución. Está interesado en temas de protección social, género y movimientos sociales. Ha realizado estudios en la Universidad de Chicago y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la última década se han hecho importantes avances en nuestra región con respecto a la esperanza de vida para las personas viviendo con VIH/SIDA, y la estabilización en las tasas de nuevas infecciones. Sin embargo, 1.75 millones de personas en América Latina y el Caribe viven con el VIH, lo que equivale a un aumento total de casaos de más de 11% en 10 años. El pasado 1º de diciembre se conmemoró, como cada año, el día mundial de la lucha contra el SIDA. El evento, que llevó como lema “Llegar a cero: cero discriminación. Cero nuevas infecciones por el VIH. Cero muertes relacionadas con el SIDA”, es una valiosa oportunidad para preguntarnos en qué aspectos la epidemia del VIH continúa siendo uno de los mayores retos para el desarrollo de América Latina y el Caribe.

La prevalencia de VIH en la población adulta en América latina y el Caribe parece indicar una estabilización de la epidemia. El número de nuevas infecciones disminuyó notablemente entre el 2001 y el 2011, de 93.000 a 83.000 en América Latina, y de 22.000 a 13.000 en el Caribe. Asimismo, el número de muertes por causas relacionadas con el SIDA cayó durante los mismos años, de 82.000 a 54.000 en América Latina, y de 24.000 a 10.000 en el Caribe, gracias a la provisión de tratamientos antirretrovirales.

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Sin embargo, los números varían considerablemente según el país, y dentro de cada país según el área geográfica. La tasa de prevalencia de VIH en América Latina representa alrededor de 0,4%, y fluctúa entre 0,2% en países como Cuba, México y Nicaragua, hasta 0,8% en Panamá. Además, esta baja prevalencia en la población general, oculta la prevalencia mucho mayor de algunos grupos a mayor riesgo y vulnerables al VIH. En estos grupos, incluyendo al del los jóvenes menores de 25 años, la prevalencia de VIH varía entre 7% a 20%.

Por otra parte, el Caribe es la segunda región en el mundo más afectada por el VIH, después de África subsahariana, con una prevalencia del 1% en la población general. De los diez países con mayor prevalencia de VIH en América Latina y el Caribe, ocho son países del Caribe. También en el Caribe, la epidemia está bastante concentrada en grupos a alto riesgo y grupos vulnerables.

Vulnerabilidad y riesgo en grupos clave. Ciertos grupos de la población presentan mayor vulnerabilidad y riesgo al VIH: Entre ellos, los hombres que tienen sexo con hombres (HSH), los y las trabajadores sexuales (TS) y sus clientes, y los usuarios de drogas inyectables (UDI). Estudios calculan la prevalencia para HSH entre 7,9% en El Salvador hasta 25,9% en México; en personas transgénero asciende a 27,6% en Argentina; en TS mujeres en Honduras se estima en 9,6%; y en usuarios de drogas inyectables alrededor de 9,1% en Paraguay. Indígenas y afrodescendientes, por los niveles de pobreza, analfabetismo, movimientos migratorios y prácticas culturales que les caracterizan, son también grupos de alta vulnerabilidad al VIH.

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Asimismo, el riesgo de una mayor expansión de la infección entre mujeres, jóvenes e indígenas sigue presente. Desde los años 80 se ha registrado un aumento en las infecciones en mujeres, especialmente aquellas de bajo nivel educativo o en condiciones de vulnerabilidad. La proporción de mujeres con VIH se calcula en 34% de la población total con VIH para América Latina, y en 48% para el Caribe. En algunos países del Caribe la prevalencia es especialmente elevada entre mujeres de entre 15 y 19 años, que presentan de 3 a 6 veces mayor riesgo de tener el VIH que hombres jóvenes.

Paralelamente a las acciones biomédicas, es necesario trabajar el entorno político y social, para el reconocimiento de los derechos humanos de las personas que están excluidas o marginalizadas por la sociedad a causa del estigma y la discriminación. El rechazo social e institucional que enfrentan estas diferentes poblaciones vuelve difícil conocer las cifras precisas, que raramente se encuentran disponibles en los países. Para ello, se requiere reducir el estigma y la discriminación contra poblaciones clave, como lo recomienda el informe 2012 de la Comisión Global sobre VIH y Derecho. Asimismo, eliminar la violencia basada en género y la desigualdad entre hombre y mujeres es una de las acciones más eficaces para el control de la epidemia de VIH. De esta manera se podría mejorar la calidad de investigación, monitoreo y evaluación libre de estigma para actuar con mayor impacto en las poblaciones que enfrentan más vulnerabilidad frente al VIH.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.