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Gestión emocional: requisito clave para emprender con éxito
Lun, 27/05/2019 - 14:02

Anlleni Núñez

Gestión emocional: requisito clave para emprender con éxito
Anlleni Núñez

Anlleni Núñez es coach de ejecutivos, mentora de coaches y escritora. Es diplomada en Coach Ontológico Integral, diplomada en Felicidad Organizacional y Certificada en Competencias Avanzadas de Coaching.

Hace unos días vi una pregunta en LinkedIn que despertó mi interés: "¿cuál es la característica fundamental que debería tener un emprendedor?". Algunas respuestas fueron: ser valiente, perseverante o resiliente, además de saber manejar la frustración.

En mi caso, la primera respuesta que me surgió fue "saberse gestionar emocionalmente y entrenarse en el despliegue de las propias fortalezas". Y es que si tuviéramos que elegir alguna de las respuestas propuestas, desde mi perspectiva, cuando apuntamos a la gestión emocional y al desarrollo de fortalezas, quedan implícitas todas las demás.

La valentía, por ejemplo, resulta de la gestión emocional del miedo, emoción básica[1] ante la cual aparecen diversos tipos de respuestas al enfrentarnos a una situación de riesgo en la que podemos salir dañados. Así, entre muchos caminos, una persona podría apanicarse (dejarse dominar por el miedo, para chilenos y mexicanos), actuar de manera temeraria (con arrojo y sin tomar conciencia de las potenciales pérdidas), o bien tomando conciencia del miedo y actuar pese a este. A esto último es a lo que llamamos valentía.

Si repasamos los pasos de la gestión emocional[2] , (i) detenerse para sentir la emoción; (ii) ponerle un nombre; (iii) identificar su mensaje; (iv) dejar ir la carga de intensidad y (v) reflexionar y decidir qué hacer con el mensaje que esta trae en el contexto específico en que estoy, veremos que tanto si me dejo tomar por la emoción, como si paso por alto el mensaje, no estoy logrando una adecuada gestión emocional.

Si continuamos examinando algunas de las respuestas propuestas y nos detenemos, por ejemplo, en la resiliencia[3], podemos observar que esta también es el resultado de un estado emocional. En este caso, uno que posibilita la apertura y el optimismo para vivir el futuro con la esperanza de tener una experiencia positiva mejor a lo ya vivido. De este modo, la resiliencia surge de manera contraria a la resignación, entendiendo que aquello que ha ocurrido ha sido algo "puntual", que le puede pasar a cualquiera y que a partir de dichos eventos "negativos" puedo desprender un aprendizaje y salir adelante.

Por otro lado, tanto la valentía como la perseverancia están contempladas dentro de las fortalezas del carácter que componen la virtud del coraje[4]. Por su parte, la perseverancia[5] implica "la continuación voluntaria de una acción dirigida a objetivos, a pesar de la presencia de retos, dificultades y del desánimo", sosteniendo la tarea por el tiempo necesario para sacarla adelante. En tanto, la valentía[6] se refiere a no echar pie atrás ante la amenaza, dificultad o dolor, así como a sostener una postura cuando se piensa que algo es correcto, actuando de acuerdo a las convicciones, incluso cuando tenemos detractores. Esta fortaleza también está fuertemente vinculada a la resiliencia, al referirse al valor psicológico que nos permite hacer frente a la adversidad. Así, la resiliencia, la perseverancia y la valentía requieren de una fuerte determinación y gobernanza emocional.

Respecto al manejo de la frustración, propongo que no es más que el resultado de una adecuada gestión emocional del mix[1] de emociones básicas que la componen, considerando al menos la rabia como un elemento relevante en su mixtura.

Para quienes hemos emprendido sabemos que hacerlo implica navegar de manera permanente en un mar de emociones. Por ejemplo, aprender a celebrar los éxitos, navegando en las emociones que provienen de ese logro (ej. alegría, orgullo), pero sin caer en el despilfarro, la arrogancia o el exceso de positividad; aprender también a sobreponerse a las derrotas, recogiendo los aprendizajes y no cayendo en la desesperanza. Asimismo, gestionar la ansiedad ante la espera, al igual que la capacidad de confiar y de transitar por la incertidumbre y/o la frustración que puede surgir ante aquellos procesos que nos parecen burocráticos o que no dependen de nosotros, como cuando en el último minuto el negocio "se cae" por falta de presupuesto.

De esta forma, saber delegar, dejarse sostener y acompañar por otros; dar siempre nuevos pasos, pese a lo vertiginoso que puede ser correr nuevos riesgos; seducir a otros con nuestra oferta; conectar con nuestros clientes y tantos otros ejemplos cotidianos en la vida de un emprendedor, al parecer están conectados por el hilo invisible del fuerte componente emocional de cada una de estas habilidades.

Entrenar nuestra gestión emocional es, entonces, prepararnos para sortear desafíos cotidianos de la vida y, con ello, entrenarnos implícitamente para que podamos sostener de manera más natural el emprendimiento como una forma de vivir. Asimismo, permite un mayor dominio sobre nuestras acciones y, en general, sobre nosotros mismos.

En conclusión, me atrevería a decir que, si bien no existe una única característica fundamental para emprender, sí es un requisito clave para ser un emprendedor exitoso contar con una adecuada gestión emocional. Esto, porque, además de todo lo expuesto, tanto nuestra capacidad de decisión y de actuar de manera asertiva, como el autoliderazgo provienen en gran medida de esta importante habilidad que, además, propongo que debería ser entrenada en todos los ser humanos, desde la primera infancia.

 


[1] Las emociones básicas tienen un rol biológico esencialmente adaptativo y aunque se viven individualmente de manera distinta, son universales porque existen en todo ser humano, independiente de su etnia, género, nacionalidad o color. Bloch, S. (2006). Surfeando la ola emocional. Chile: Editorial Norma S.A.

[2] Fernández, I. (2015). Felicidad Organizacional (1ª Ed.). Santiago: Ediciones B.

[3] Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

[4] Según la mirada de la psicología positiva, el coraje es una virtud que contribuye a conseguir nuestras metas tanto frente a la oposición interna como externa.

[6] http://www.viacharacter.org/www/Character-Strengths/Bravery

[1] Las emociones mixtas son mezclas en diversas proporciones de las básicas y constituyen la mayor parte del amplio espectro emocional humano. La mezcla de dos o más emociones básicas, da como resultado una emoción mixta. Bloch, S. (2006). Surfeando la ola emocional. Chile: Editorial Norma S.A.

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