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La democracia en el mundo: al fin buenas noticias
Lun, 21/01/2019 - 07:59

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

En enero del año pasado la organización Freedom House publicó su reporte anual “Libertad en el Mundo 2018: la Democracia en Crisis”. Según ese reporte en 2017 la democracia había sufrido “su más seria crisis en décadas” y constituía además el “doceavo año consecutivo con un declive en la libertad global”. Concluía que, durante ese año, 71 países habían padecido declives en materia de derechos políticos y libertades civiles, y sólo en 35 de ellos se habían registrado mejorías. 

Al escribir esta columna no se conocía aún el reporte de Freedom House sobre la libertades en el mundo en 2018, pero sí el Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist. Si bien se trata de índices confeccionados con base en metodologías diferentes (lo cual hace difícil compararlos), podría decirse que el índice del The Economist tiene estándares más exigentes que el de Freedom House al establecer qué constituye un régimen democrático. Por eso, por ejemplo, bajo su índice sólo el 4.5% de la población mundial vive bajo regímenes políticos que califican como una “democracia plena”. Lo cual probablemente implique que, de haber persistido en 2018 el declive de la democracia en el mundo, el índice del The Economist tendería a presentar un panorama aún más sombrío que el que podría ofrecer el índice de Freedom House.

La buena nueva es que el índice de la revista The Economist concluye que, en 2018, la tendencia declinante en el estatus de la democracia a nivel mundial finalmente se detuvo. El puntaje global que otorga ese índice permaneció estable y el número de países que experimentaron un declive (42) fue menor que el número de países que experimentaron una mejoría (48). También fue bastante menor que el número de países que experimentaron un declive en su estatus democrático durante 2017 (que fueron 89).

Cuando intenta explicar las razones por las cuales se detuvo esa tendencia declinante, el Índice de Democracia constata que, entre las variables que explican la fortaleza de un régimen democrático, aquella que experimentó la mayor mejoría durante 2018 fue la  participación política. Aclara sin embargo que, como en el caso de los Estados Unidos, ese incremento en los niveles de participación tiende a explicarse  por niveles crecientes de polarización política. Esa sería la razón, por ejemplo, por la cual la proporción de votantes que participó en las elecciones de medio término en Noviembre pasado fue la mayor en más de cien años.

Podría sugerirse por ello que, en caso de que mediciones ulteriores constaten que la tendencia declinante en el estatus de la democracia a nivel mundial finalmente se detuvo, ello se debería en mayor proporción a la movilización ciudadana que a la acción de los gobiernos.

Sin embargo, cabría hacer un par de atingencias antes de cantar victoria. La primera es que una golondrina no hace verano: como señala el propio índice, podríamos estar ante una pausa antes que ante una reversión de la tendencia al declive. Si la tendencia declinante en el estatus de la democracia finalmente se revierte, ello será porque la mayor participación ciudadana consigue doblegar el intento de los gobiernos por impedir el ejercicio por parte de la ciudadanía de sus derechos políticos y libertades civiles. En cualquier caso, ese conflicto político augura un turbulento 2019.

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