Alimentar una creciente población, que será de casi 10 mil millones de personas en 2050, según la Organización de las Naciones Unidas, es uno de los grandes desafíos de la actualidad. En especial para los agricultores que tienen la importante tarea de producir más alimentos y de mejor calidad, sin comprometer nuestros recursos naturales.
Sabemos que Latinoamérica tiene un grande papel en la agricultura global, una vez que alberga países líderes en la producción de alimentos como Brasil y Argentina, por ejemplo. En razón de nuestro destaque estratégico, la producción agrícola acá deberá crecer un 17% en los próximos diez años, según el informe “Perspectivas Agrícolas 2018-2027” de la FAO.
Tenemos una gran misión en alcanzar uno de los objetivos de las Naciones Unidas que es “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y promover la agricultura sostenible”. Y, en línea con eso, Bayer ha ampliado su inversión en la región implementando el programa ForwardFarming en tres países de Latinoamérica. La iniciativa es enfocada en promover la sustentabilidad en propiedades agrícolas en todo el mundo y ya cuenta con doce haciendas referencias ubicadas además de aquí, en los Estados Unidos y Europa. Trabajando en asociación con los agricultores locales, fomentamos buenas prácticas para atender la demanda mundial de producir alimentos con base en los pilares económico, social y ambiental. El año pasado el programa fue implementado en Argentina en la Agrícola Testa y en Brasil en la granja Nossa Senhora Aparecida. En septiembre de ese año se lanzó la tercera versión de ForwardFarm, en la hornilla Fundo Santa Inés, en Chile.
¿Qué diferencia tienen esas granjas en términos de sustentabilidad? Utilizan las mejores soluciones para superar los desafíos de la producción agrícola, considerando la realidad local y los cultivos clave en Latinoamérica. Además, los agricultores cuentan con la colaboración de los técnicos de la compañía para la implantación de un manejo sustentable en el campo.
Sus actuaciones se basan en los tres pilares del programa: soluciones agronómicas personalizadas, buenas prácticas agrícolas que incluyen capacitaciones para mejorar la manipulación y uso de los productos, minimizando cualquier riesgo para la salud humana, y el medio ambiente y las asociaciones que envuelven a todos los participantes de la cadena de valor.
A partir de esa visión, las haciendas de la región aplican en su cotidiano acciones referencia que van desde la preservación del suelo con base en técnicas de rotación de cultivos, hasta el cuidado con la salud de los polinizadores por medio de la implantación de hoteles para abejas y senderos de flores que mejoran el hábitat para la alimentación y proliferación de ellos. Otras importantes iniciativas para ampliar la productividad en el campo en línea con la realidad local pasa por la utilización de semillas de alta calidad adaptadas a condiciones climáticas y el monitoreo meteorológico para optimizar tareas en campo, mejorando la predicción y el control de enfermedades y plagas.
En el caso de la hornilla chilena Fundo Santa Inés, nuestra más nueva FowardFarm, su ubicación en un área privilegiada con clima mediterráneo y suelos fértiles favorece la producción de frutas de excelente sabor y calidad, como uvas y ciruelas. Gracias al programa, la hacienda cuenta con una plataforma para facilitar y mejorar el raleo, la poda y la cosecha, aumentando el desempeño y la seguridad en las labores agrícolas. Además, se realiza el monitoreo permanente de plagas para que las aplicaciones sean precisas y sólo ocurran cuando sean necesarias.
Esos ejemplos muestran que nuestra región ya está avanzando para superar el gran desafío declarado por las Naciones Unidas de promover la sustentabilidad en el sector agrícola, poniendo fin al hambre. A partir del FowardFarm, sabemos que las mejores prácticas e innovaciones desarrolladas aquí están ayudando a ese objetivo y que también sirven como referencia positiva para otras partes del mundo. Nuestra actuación cercana con los productores latinoamericanos es muy importante para la construcción de una agricultura sustentable, que sea cada vez más fuerte para alimentar no solo la región, sino también la población global.
