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La senda del éxito del sistema educativo de Finlandia
Mié, 22/08/2018 - 13:15

Jaime Saavedra

Jaime Saavedra
Jaime Saavedra

Jaime Saavedra está al frente de las Prácticas Mundiales de Educación del Grupo Banco Mundial. Regresó al Grupo Banco Mundial luego de haber sido funcionario del gobierno de Perú, donde se desempeñó como ministro de Educación, desde 2013 hasta 2016. Ha ocupado cargos en varios grupos de estudio y organizaciones internacionales, entre ellos el Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la Organización Internacional del Trabajo, el Grupo de Análisis para el Desarrollo, y el Consejo Nacional del Trabajo de Perú. Tiene un doctorado en Economía de la Universidad de Columbia y una licenciatura en Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Cuando los estudiantes finlandeses obtuvieron en el año 2001 los puntajes más altos en la prueba del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA) —pruebas de aprendizaje implementadas por la  OCDE, numerosas personas en el campo de la educación se sintieron intrigadas. ¿Cómo este pequeño país, que no se había caracterizado por lograr buenos resultados en el pasado, pudo situarse en la parte superior de la clasificación? Los mismos finlandeses se sorprendieron. Cuando los estudiantes finlandeses continuaron obteniendo puntajes por encima de lo esperado año tras año, educadores y líderes de todo el mundo comenzaron a ver al país como un ejemplo de lo que se debe hacer para crear sistemas educativos eficaces. No sólo los estudiantes logran sistemáticamente un alto desempeño, sino también las diferencias en el rendimiento académico entre alumnos y regiones son las más bajas en el mundo. Equidad con calidad.

Muchos estudiosos de los sistemas educativos se han embarcado en lo que algunos llaman “turismo PISA” y han viajado hasta Finlandia para visitar escuelas y conversar con profesores, estudiantes y burócratas. Mi equipo y yo fuimos a Finlandia recientemente; y es sorprendente. El sistema desafía muchas premisas de lo que uno esperaría de un sistema exitoso: hay una sola prueba estandarizada al término del segundo ciclo de la secundaria, la jornada escolar es corta, pocas tareas, plan de estudios flexible, profesores con plena autonomía y un gran énfasis en las artes y los deportes. ¡Y funciona! Resulta tentador intentar emularlo directamente y obtener ideas—“mejores prácticas”— con el fin de reproducirlas y adoptarlas en otros contextos.

De hecho, cuando envié tuits sobre nuestro último viaje, algunos se preguntaron con un cierto grado de escepticismo si tenía sentido o no analizar Finlandia cuando las realidades de los países con los que trabaja el Banco Mundial son tan diferentes.  Obviamente, copiar políticas públicas es una ruta equivocada. Para muchos países, repetir lo que Finlandia está haciendo hoy en el ámbito de la educación sería un error. El funcionamiento del sistema finlandés depende, entre muchas otras razones, de profesores de excelente calidad, con muy buena formación capacitación y gran compromiso. Dado que la mayoría de los sistemas educativos carecen de este elemento decisivo, no es posible implementar de manera directa las actuales prácticas de Finlandia.

Si bien es útil entender cómo opera el sistema finlandés hoy, las principales enseñanzas que podemos extraer de la experiencia de Finlandia no se derivan del statu quo, sino de la comprensión del camino recorrido para pasar de ser un país con resultados educativos promedio en los años setenta a ser un país con resultados educativos brillantes en el presente. Lo que es muy útil entender es la senda que siguió Finlandia.

¿Cuáles son algunos elementos de ese recorrido? Antes de 1968, después de los primeros cuatro años de educación primaria los estudiantes finlandeses ingresaban a escuelas secundarias académicas o a escuelas orientadas al trabajo. A fines de los años sesenta, se creó por ley un nuevo plan de estudios nacional, fusionándose esos dos grupos en una escuela polivalente de nueve años, que incluye seis años de educación básica y tres años del primer ciclo de educación secundaria (hoy, en numerosos países de África la educación obligatoria comprende nueve años). La escuela polivalente se implementó desde 1972 en adelante, empezando en Laponia, la región más septentrional de Finlandia. El Gobierno sabía que la reforma educacional llevaría tiempo, y planificó que la escuela polivalente se implementara en las regiones del sur del país, y las más pobladas, años más tarde. Durante ese periodo, se reformó radicalmente la formación docente a fin de dotar a los profesores con competencias necesarias para asumir mayores responsabilidades.

Hasta los inicios de los años setenta, la educación del maestro se llevaba a cabo en institutos pedagógicos con diferentes niveles de rigurosidad. Los profesores tenían que seguir el plan de estudios de manera disciplinada y los inspectores escolares verificaban que esto ocurriera. En 1974, se estableció que la formación docente estuviera exclusivamente a cargo de universidades, y sólo unas pocas podían formar maestros. En 1979, se aumentó aún más la rigurosidad, exigiéndose como prerrequisito tener una maestría para ejercer como profesor. Los maestros en ejercicio recibieron un extensivo perfeccionamiento profesional, que se concentró en cómo lograr que la escuela fuese una experiencia enriquecedora para el estudiante. Solo 10 años más tarde, cuando la reforma se había expandido por todo el país, empezó a producirse un cambio radical en la percepción y el prestigio de la carrera docente, y los profesores comenzaron a tener cada vez más mayor autonomía. Durante mucho tiempo, las decisiones, las regulaciones y las disposiciones en relación con las escuelas fueron altamente centralizadas. Esto cambió recién en 1985, cuando un proceso general de descentralización aumentó la libertad y las responsabilidades de los municipios en diversos ámbitos, incluidas las políticas educativas. Los sistemas de inspección y control tuvieron sentido en su propio tiempo y solamente después de varios años de implementación de la reforma, dejaron de existir en 1991. Unos 20 años después del inicio del proceso. En 1994, el Consejo Nacional de Educación diseñó un plan de estudios común que proporcionó solo objetivos generales y directrices de contenido para la enseñanza de diferentes materias, y las municipalidades y las escuelas establecieron sus propios planes de estudios locales.

Es cierto que los profesores en Finlandia tienen un gran prestigio social. Pero esto tardó una década en ocurrir, luego de que el sistema completo de formación docente se modernizó. Es cierto que el sistema es altamente descentralizado y se confía en los profesores y estos no son monitoreados de cerca por entes centrales. Pero durante 20 años se realizó una estricta supervisión, antes de empezar a dar libertad y autonomía a los maestros. Si bien existe un sinnúmero de enseñanzas que se pueden extraer del sistema educativo moderno de Finlandia, es la senda seguida para convertirse en uno de los mejores sistemas de educación lo que revela lecciones para muchos países que todavía tienen un gran camino por recorrer para mejorar los aprendizajes.

*Esta columna fue publicada originalmente en la zona de blogs del sitio web del Banco Mundial.

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