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Perspectivas económicas para 2015: la fiesta estadounidense
Vie, 02/01/2015 - 13:22

Iván Franco

México: mercados de consumo antes y después de la crisis
Iván Franco

Economista del ITAM (México), con estudios de Econometría en la misma institución. Es consultor de negocios para diversas organizaciones en America Latina. @IvanFranco555

Estados Unidos estará viviendo una fiesta económica durante 2015. El fortalecimiento del dólar, el auge petrolero interno combinado con bajos precios internacionales, un incremento de su capacidad instalada y un exceso de liquidez, combinado con bajas tasas de interés, apoyarán un crecimiento dinámico en 2015 y posterior. No obstante, esta fiesta económica tiene debilidades estructurales que deben considerarse. Estados Unidos es uno de los tres países del mundo con la mayor deuda como proporción de su producto. Posee un déficit público que cada año amenaza el techo de su deuda y los consumidores son cada vez más renuentes a gastar y a endeudarse. Por otro lado, hay presiones geopolíticas que pondrán un ingrediente adicional de incertidumbre pero que no deberán interponerse en el crecimiento de la economía norteamericana.

¿Cómo llego Estados Unidos a esta situación? Posterior a la crisis de 2008 la Reserva Federal ejecutó una serie de acciones llamadas relajamiento cuantitativo, que consistieron en compras masivas de activos de los bancos. En un entorno de bajas tasas de interés se generó un aumento de la base monetaria. 

Analizando una veintena de variables se puede constatar que los fondos creados fueron estratégicamente dirigidos hacia algunos sectores de la economía. En primer lugar, a la formación de capital y posteriormente, como una fuerte inyección de crédito a las empresas y al consumidor. Pero los bancos tardaron un par de años en canalizar los fondos y en más de una ocasión se dudó de la eficacia de la política monetaria, arguyendo que la banca no estaba inyectando liquidez a la economía. Por dar un ejemplo, el crédito al consumo repuntó hasta el año 2012. No obstante, los mercados previeron la efectividad del relajamiento cuantitativo en el mediano plazo. A pesar de los bajos rendimientos de los instrumentos denominados en dólares el mercado apostó por esta combinación de factores y apoyó una revaluación del dólar contra las demás monedas del mundo. No hay que olvidar la influencia adicional que ha tenido el debilitamiento de las economías de otras regiones como Europa. 

En términos de la capacidad instalada, después de 2008 Estados Unidos aceleró su producción de petróleo y disminuyó su dependencia de las importaciones del exterior. Las importaciones netas de petróleo cayeron 44% entre 2008 y 2013. Además, los flujos de inversión privada fija crecieron vigorosamente entre 2010 y 2014, incrementándose casi en mil billones de dólares (para alcanzar un 19% de su PIB). Aunque la inversión en capital por parte del gobierno disminuyó, se mantuvo en niveles cercanos a los 500 billones de dólares en promedio durante el mismo periodo. En suma, una fuerte acumulación de capital fijo tanto público como privado.

Difícilmente estas condiciones pueden converger en un mismo momento. La etapa de crecimiento de la economía norteamericana fue cuidadosamente planificada y no hubiera sido efectiva sin la existencia de otras condiciones. Esto incluye la abrupta caída de los precios del petróleo. En esta ocasión el cartel petrolero mundial benefició a la economía de Estados Unidos. 

Considerando la coyuntura por la que atraviesa la economía norteamericana, el crecimiento previsto para 2015 de alrededor de 2.6% parece subestimado. Con una renovada capacidad instalada Estados Unidos requerirá consumidores en los próximos cinco años, tanto domésticos como externos. En este sentido, hay que recordar la acción ejecutiva realizada en 2014 que prevé la posibilidad de legalizar a algunos millones de trabajadores migrantes –la mayoría de origen mexicano– que hoy trabajan ilegalmente en ese país. La economía tendrá un segmento de consumidores y pagadores de impuestos con mayores salarios, lo que sin duda apoyará el consumo interno y además, será positivo para aminorar su amplio déficit fiscal.

El invitado a la fiesta. Por ser uno de sus principales socios comerciales, México se beneficiará de la extendida recuperación económica de Estados Unidos. Para México será un año de crecimiento económico moderado. En nuestro país el consumo privado representa 70% del PIB. Visto desde otra perspectiva, gran parte de nuestra economía se genera a partir del comercio con el exterior, principalmente con Norteamérica. Por esta razón, habrá que observar dos factores que determinarán la fórmula para alcanzar un crecimiento moderado: la demanda externa y el ingreso.

La demanda externa será originada desde Estados Unidos y su ciclo industrial expansivo, que es promovido a su vez por la disponibilidad de fondos en esa economía en forma de créditos a los negocios, mayor capacidad instalada y un mejoramiento del sector de vivienda. Estos componentes estimularán a la industria de México, tanto por la demanda de bienes intermedios para su transformación, como por la exportación de productos finales. El consumo de los negocios en México tendrá que mostrar un crecimiento mayor que en 2014, por el incremento de los pedidos provenientes del exterior. 

En términos del ingreso se espera un comportamiento inercial en la generación de nuevos empleos que apoyen al consumo. Además, puede esperarse un importante aumento al salario mínimo, tema del que hablaremos más adelante.

La variable de ajuste y las finanzas públicas. El tipo de cambio es la variable de ajuste de las economías emergentes. La volatilidad del valor de las monedas locales distorsiona los términos de intercambio entre dos países afectando profundamente los costos de producción, la competitividad y el nivel general de precios de las economías emergentes y abiertas como la nuestra.  

El peso debería regresar hacía un nivel más estacionario. No obstante, con presiones de depreciación adicionales debido a la normalización en la política monetaria de la Reserva Federal y eventualmente, a una  disminución de la brecha de rendimientos entre ambos países que favorece a Estados Unidos. Debido al nivel de depreciación ya experimentado y al tiempo que lleve al peso reajustarse a la baja, se espera un traslado a los precios de productos importados y como consecuencia, al subíndice de inflación de las mercancías. Sin duda, esto presionará al índice de inflación general para ubicarse por arriba del objetivo del Banco de México. Generalmente, el traslado hacia los precios producto de una devaluación tarda varios meses en disiparse. Con una baja presión inflacionaria por el lado de la demanda agregada, esperamos que la inflación se sitúe al menos un cuarto de punto sobre el rango superior (4%) de la meta de inflación.

Será importante ver la efectividad de la política monetaria como mitigadora de los impactos provenientes de la depreciación del peso y del cambio de política de la Reserva Federal. Con una mayor inflación a la esperada, menor interés por los instrumentos denominados en pesos y una política fiscal sesgada al endeudamiento, un cambio más definido hacia la restricción monetaria podría conllevar riesgos adicionales para la economía en el mediano plazo. Un factor adicional de volatilidad en el tipo de cambio podría darse a mediados de año por el efecto de las elecciones federales, dependiendo del contexto social en el cual se desarrollen.

En cuanto a las finanzas públicas será un año de mayor endeudamiento. No tanto como resultado de una menor recaudación ni por menores ingresos petroleros que los previstos en la ley, sino por la inercia negativa que tiene el déficit público reinaugurado por la presente administración. Desde enero de 2011 hasta septiembre de 2014, la deuda neta total del sector público se incrementó 59%. Es importante señalar que difícilmente el gobierno puede incidir en la economía con políticas de gasto si no invierte en rubros que estén directamente asociados con incrementos en la productividad, por ejemplo, la infraestructura. Por esta razón, es importante realizar ajustes donde se privilegie al gasto en capital sobre el gasto corriente. Sólo así podrá hablarse de la efectividad del gasto público.

Adicionalmente, la deuda externa –un tema habitual de los años ochenta– estará regresando a las mesas de análisis puesto que en sólo 5 años se duplicó, alcanzando un saldo de aproximadamente 33% del PIB. Sin duda, es un factor que enciende focos amarillos. Por su parte, las remesas familiares y la inversión extranjera directa no han cambiado su tendencia por lo que el financiamiento externo continuará por el lado de la ampliación de líneas de crédito y mayor endeudamiento con el exterior. En este sentido, se espera que el déficit en la cuenta corriente que ha crecido en los últimos cuatro años como proporción del PIB, sea una fuente adicional de presión para financiar las cuentas con el exterior.

En relación con la reforma energética es muy pronto para proyectar algún efecto en la economía, especialmente por el orden y el tiempo de maduración que llevan las inversiones. La contratación de proyectos relacionados con la Ronda 1 se efectuará  hasta el segundo semestre de 2015.

Crecimiento moderado con caos político. Quizá el mayor riesgo para la inversión y para el crecimiento de México esté dado por el entorno político, donde se espera un año muy complicado. Elecciones estatales y federales, manifestaciones de descontento, baja credibilidad en el gobierno y en los partidos políticos y un constante choque de la sociedad civil con las autoridades, eventualmente pueden impactar algunos planes de inversión, la percepción de riesgo del país y la confianza del consumidor.

En este entorno político y social es probable que se incremente nuevamente el salario mínimo a un nivel cercano a los 80 pesos diarios, lo que podría mitigar los exaltados ánimos. Esto tendría un ligero efecto en los costos de producción de las empresas que podría reflejarse en un ajuste temporal en el nivel de precios. No obstante, las presiones sobre la inflación por el aumento salarial no deberían ser grandes ni consistentes. Un aumento al salario mínimo no es estrictamente un fenómeno monetario, sino un aumento en los costos de las empresas. En este sentido, las empresas absorberían parte del aumento a fin de evitar un traslado a sus precios finales. Finalmente, habría un impacto positivo en la confianza del consumidor aunque el efecto en el consumo sería modesto.

El precio del petróleo. El bajo precio de los energéticos liderados por el petróleo será sin duda un estímulo al consumo intermedio y a la producción global. De hecho, el precio actual apoya el crecimiento de la economía norteamericana.  Pocas personas en el mundo manejan y saben lo que ocurrirá con el precio del petróleo en el corto plazo. En el escenario de crecimiento económico actual se esperaría que el precio internacional tarde hasta dos años para alcanzar el nivel promedio anterior a la caída de 2014. 

Aunque el precio del petróleo cayó drásticamente en 2014 el consumo global sigue creciendo (excepto en Europa). Por ello, no hay un factor que justifique la caída en los precios internacionales del petróleo desde el punto de vista de la demanda. Todo parece indicar que se trata de una estrategia de los líderes de mercado para sacar a algunos jugadores emergentes de la escena petrolera, incluyendo a varios en Estados Unidos. En México, es muy probable que el precio promedio se sitúe algunos dólares por debajo de lo previsto en la Ley de Ingresos, por lo que seguramente se usarán las coberturas contratadas por el gobierno. 

Un voto de confianza al estilo de Estados Unidos. Finalmente, el presidente de México visitará Estados Unidos el próximo 6 de enero. A reserva de la amonestación para México por los escándalos políticos y la lamentable estrategia de control de daños que han deteriorado la imagen del país en el exterior, estamos convencidos que será un viaje positivo donde no se regresará con las manos vacías. México es más que un socio estratégico para Estados Unidos y es un hecho que requiere un voto de confianza adicional para afrontar con algo más que suerte el caótico año político que se avizora. 

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