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Schäuble y el oportunismo inútil de desecar los paraísos fiscales
Lun, 18/04/2016 - 08:37

Henrik Böhme

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Henrik Böhme

Henrik Böhme es periodista de Deutsche Welle.

Naturalmente, es deber de los políticos reaccionar ante las revelaciones de los llamados Papeles de Panamá. Por lo general, los pasos son los mismos: indignación, decepción y, en tercer lugar, acción. En el caso del ministro alemán de Finanzas, acción equivale a un plan de 10 puntos para combatir el lavado de dinero y lograr así el desecamiento de los paraísos fiscales. Después de las revelaciones, Schäuble hizo aparecer rápidamente su propuesta. Quizá la mantuvo guardada mucho tiempo en un cajón, esperando el momento oportuno para hacerla pública.

Batalla fiscal con historia. Todo ello arroja una pregunta: ¿por qué el oportunismo? Desde hace mucho tiempo existe un plan similar y una gran cantidad de países lo siguen. Pero vamos por partes. Luego de la crisis económica mundial, los países del llamado G20 acordaron una serie de medidas para fortalecer el sistema financiero internacional. Estaba claro que salvar al mundo iba a ser una tarea costosa y por eso se propuso una mayor justicia fiscal. En la histórica cumbre de Londres, en abril de 2009, se decidió entre otras cosas eso: desecar a los paraísos fiscales. En el documento final del encuentro podía leerse lo siguiente: “la era del secreto bancario ha llegado a su fin.” Peer Steinbrück, predecesor de Schäuble, apenas podía creer lo que leía en esa declaración, la cual celebró como un hito histórico. Regresó a casa con una lista negra de los paraísos fiscales.

Colaboración requerida. Pasó un par de años antes de que todo estuviera listo para la implementación. Después de todo, había que encontrar estándares comunes, lo cual fue encomendado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En algún momento, la tarea fue completada. A finales de octubre de 2014, 50 países suscribieron el acuerdo correspondiente, con el cual prácticamente quedaba derogado el secreto bancario. Lástima que Estados Unidos no fue uno de ellos. Esto dio pie a que algunos otros, entre ellos Panamá, rechazaran la cooperación prevista en esta materia. De no haber sido así, quizá los Papeles de Panama jamás hubieran visto la luz.

En cualquier caso: el año que viene debe comenzar el intercambio de datos entre los países firmantes, a fin de hacer más transparentes los flujos financieros. También se ha avanzado en el sellado de huecos fiscales para los grandes consorcios internacionales. Los planes al respecto ya fueron abordados el pasado otoño durante la cumbre del G20 en Turquía. ¿Entonces a qué viene el decálogo de Schäuble?

Se requiere valor. Claro que se podría emplazar a los cerca de 100 países que no suscribieron el acuerdo, pero que manifestaron apoyo a sus medidas, con la disyuntiva ‘o firmas o te pongo en la lista negra'. Pero Schäuble y sus aliados no tendrían el suficiente valor como para hacerlo. Después de todo, esto implica a Estados Unidos. ¿O acaso el ministro alemán quiere con su vehemente plan de 10 puntos esconder algún retraso en su propio país, por ejemplo, en lo que respecta a la lucha contra el lavado de dinero? Quizá Schäuble debería conversar con los fiscales italianos y los activistas contra la mafia. Estos bien saben que por cada investigación contra los mafiosos en Italia aparece un caso de lavado de dinero en Alemania. Algo muy posible, en vista del actual boom inmobiliario en territorio alemán.

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