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El rostro único de (des)igualdad de género en el Caribe
Jue, 23/08/2012 - 10:49

Cirenia Chávez

¡S.O.S.! Cerebros en fuga en el Caribe
Cirenia Chávez

Cirenia Chávez es estudiante del Máster en Relaciones Internacionales de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos. Actualmente se encuentra realizando su práctica profesional en la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

El discurso sobre los avances en materia de reducción en la desigualdad de género ha tenido amplia difusión, pero en áreas como la educación, se observa una fuerte y marcada inversión de tendencias, sobre todo en el Caribe. A pesar de los logros, los avances favoreciendo a las mujeres caribeñas en el área de educación no deben ser interpretados como una victoria en todos los campos. En términos de participación laboral femenina y representación política, todavía hay mucho trabajo por hacer.

En el área de educación, las tasas de inscripción de niñas y mujeres están superando a los niños y hombres en los países de la región. La brecha de género a nivel secundaria se ha estrechado rápidamente e incluso ha sufrido un importante revés. El patrón se ha repetido a nivel de educación terciaria. Para los países del Caribe para los que hay datos disponibles, [1] las diferencias de género a éste nivel indican un marcado revés, lo que se refleja en tasas de inscripción que son notoriamente más altas para mujeres que para hombres. Y aunque la tendencia es muy similar para los países de América Latina, (con una excepción: Bolivia), la diferencia en tasas de inscripción entre hombres y mujeres es notoriamente alta para los países del Caribe (figura 1).

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Reconociendo los efectos positivos asociados con una mayor tasa de inscripción de mujeres a nivel de educación terciaria no significa que los bajos niveles de inscripción por parte de los hombres deben ser ignorados. Es importante analizar la razón detrás de la existencia de un sesgo femenino y las razones que podrían explicar ésta tendencia, sobre todo evidente en los países del Caribe.

Una posible explicación es que la educación se ha identificado principalmente como una labor “femenina” y como consecuencia, hombres en países del Caribe, como Dominica y Jamaica, han abandonado sus estudios. De acuerdo a investigaciones recientes, existen cuatro factores que explican el desarrollo educacional de los hombres para algunos países de la región: 1) una baja autoestima entre hombres jóvenes, 2) la persistencia de la violencia y la ausencia de disciplina, 3) una identidad masculina que desvía a niños y hombres jóvenes de un mejor desempeño en la escuela, y 4) la ausencia de oportunidades laborales después de completar estudios.

Es interesante notar que este último factor ha conducido a un fenómeno en el Caribe conocido como “fuga de cerebros” (es decir, migración a países desarrollados). Sin embargo, a diferencia del migrante latinoamericano, que es típicamente masculino y con pocos años de educación, los migrantes del Caribe son típicamente trabajadores calificados de género femenino (esto es más evidente en el caso de Jamaica). Esto significa que, debido a que son más las mujeres que cuentan con educación terciaria, tienen ellas más oportunidades en el extranjero para ejercer su profesión, la cual típicamente se desarrolla en el área de la salud. En años recientes, esto se ha convertido en un fuerte tema de debate ya que los especialistas en ésta área (sobre todo las enfermeras) emigran de sus países en búsqueda de mejores oportunidades en el extranjero.

En lo que se refiere a la participación laboral, a pesar de que se ha observado un aumento de mujeres que trabajan, todavía existe una brecha de género que indica que para todos los países para los que hay datos disponibles, el porcentaje de hombres que participan en el mercado laboral es mayor que el de las mujeres. Es interesante notar que la brecha de género es marcadamente más estrecha en el Caribe que en América Latina, lo que señala una diferencia importante en términos de desigualdad de género en ambas regiones. La figura 2 resume las diferencias en participación laboral y tasas de inscripción a nivel de educación terciaria para países del Caribe. En el primer caso, la diferencia indica más participación laboral por parte de los hombres, mientras que la segunda tendencia muestra un fuerte sesgo femenino.

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A pesar del progreso logrado y una brecha de género más angosta en los países del Caribe, uno de los obstáculos más importante para la región en términos de igualdad de género sigue siendo la marcada baja representación de las mujeres en la política. En el Caribe, el porcentaje de ministros de género femenino es en promedio sólo 15%. Además, con la excepción de Guyana, prevalece una ausencia de leyes para garantizar la representación de mujeres en la política (o, “leyes de cuota”) en los países de la región.

Comprender los logros y los obstáculos en términos de des(igualdad) de género en el Caribe es clave porque señalan las áreas que demandan mayor atención. La combinación de una alarmante inversión en las tendencias de inscripción a nivel de educación terciaria en detrimento de los hombres, así como la necesidad de incrementar la participación femenina, sobre todo en materia de política, es única para la región del Caribe. Con la finalidad de obtener mayores logros, es importante comprender, y sobre todo diferenciar, las características de la desigualdad de género que separan a la región caribeña del resto de América Latina.

[1] Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, Surinam y Trinidad y Tobago.

[2] La Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (ISCED en inglés, CINE en español) de 1997 define a la educación terciaria como los programas CINE a niveles 5 y 6. La clasificación a nivel 5 incluye programas con una base teórica, aquellos que preparan para la investigación (en historia, filosofía, matemáticas, etc.) o dan acceso a profesiones con requisitos de alta calificación (por ej., medicina, ortodoncia, arquitectura, etc.) así como programas que son prácticos, técnicos o específicos a una ocupación. Los programas a nivel 6 llevan al otorgamiento de una calificación para la investigación avanzada. Por lo tanto, están destinados al estudio avanzado y la investigación original y no están basados únicamente en cursos de requerimiento.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.

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