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Fondos soberanos y América Latina: promesa por cumplir
Lun, 29/04/2019 - 10:37

Javier Capapé

Objetivos de desarrollo sostenible y fondos soberanos
Javier Capapé

Javier Capapé Director, Sovereign Wealth Research Lab en IE Center for the Governance of Change.

Los fondos soberanos ya no son un misterio. Hace una década, nombres como Qatar Investment Authority, Abu Dhabi Investment Authority o China Investment Corporation sonaban a perfectos desconocidos. Pues bien, estos mismos fondos, y otros 88 más, superaron a finales de 2018 los US$8 billones bajo gestión. Por ponerlos en contexto: el PIB de Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile, suma también US$8 billones.

Estos perfectos desconocidos nacen en geografías alejadas de las plazas tradicionales: Doha, Abu Dabi, Riad, Moscú, Oslo o Pekín acumulan un poder financiero sin precedentes. En el informe Fondos Soberanos 2018 que realiza el IE Sovereign Wealth Research, en colaboración con ICEX-Invest in Spain, mostramos varias tendencias relevantes.

Primera. Los fondos soberanos son muchos, pero los fondos activos son muy pocos y se consolidan como un grupo líder. Este 2018 vuelve a estar encabezado por los dos fondos de Singapur: Temasek y GIC. Junto a ellos, dos fondos de Abu Dabi, ADIA y Mubadala, éste último conocido en Argentina por ser el fondo que se fusionó con ADIC, quien recientemente invirtió US$55 millones en Vista, la petrolera que dirige el ex presidente de YPF. Cierran este grupo de cabeza, el fondo soberano australiano y el malasio Khazanah. Entre estos seis fondos acumulan el 80% del valor de las operaciones del año 2018.

Segunda. Los fondos suelen hacer alrededor de 180 operaciones anualmente. Algo más de tres operaciones a la semana. No son tantas, pero, de media, observamos inversiones con un valor total cercano a los 80.000 millones anuales. Esto es, un 2% de todas las operaciones de fusiones y adquisiciones globales en 2018. Sectorialmente, el mercado inmobiliario ha liderado el interés soberano en los últimos tres años. Sin embargo, operaciones de gran escala en el sector químico, consumo, o e-commerce/Fintech, han desbancado al ladrillo en 2018. La dificultad de encontrar valoraciones atractivas en la fase alta del ciclo y la presión de la competición por activos escasos explica su retroceso.

Tercera. La tecnología y las startups de reciente (y no tan reciente) creación siguen atrayendo a los fondos soberanos. De hecho, 2018 marca un récord histórico de operaciones de sovereign venture funds, es decir, fondos soberanos que invierten como fondos de venture capital y con fondos de venture capital. En 2018, los soberanos invirtieron en 77 rondas de financiación, más de una operación a la semana. Es la cresta de una ola que se está originando desde 2014. En estos últimos cinco años, los fondos soberanos participaron en 220 rondas de financiación, la mayor parte en Estados Unidos y China. Sin embargo, otras geografías comienzan a atraer el interés de los fondos soberanos más allá de India, Reino Unido y Singapur. Por ejemplo, en 2018, el mega fondo Vision Fund, que gestiona Softbank con el apoyo de dos fondos soberanos de Arabia Saudí (PIF) y Abu Dabi (Mubadala), ha realizado dos operaciones en Brasil (99Taxis y Loggi), mientras Temasek participaba en Neoway, la empresa de análisis de datos brasileña.

Resulta muy ilustrativo que Softbank haya decidido crear en marzo de 2019 el mayor fondo de venture capital enfocado en América Latina, con un objetivo de US$5.000 millones. Lidera el fondo Marcelo Claure, el emprendedor boliviano y actual presidente de Sprint y director de Operaciones de Softbank. El propio Vision Fund co-invertirá junto a Softbank, multiplicando la potencia de tiro en el ecosistema emprendedor.

Cuarta. Los fondos soberanos han crecido, y este crecimiento se ha traducido también en cambios en la estrategia de inversión. Ahora son inversores maduros. Sus carteras así lo muestran: diversificación sectorial, geográfica y por clase de activos. De carteras conservadoras de distribución clásica (60% en renta variable, 40% en renta fija), han pasado a carteras con activos alternativos, donde ya cabe el capital riesgo, el inmobiliario, el venture capital (como hemos visto), y los hedge funds. Aquellos que se aventuran más en mercados ilíquidos son los fondos que tienen misiones de largo plazo (Abu Dhabi Investment Authority, Qatar Investment Authority, New Zealand Superannuation Fund) o aquellos fondos de desarrollo que controlan accionarialmente a sus principales empresas públicas (Khazanah en Malasia, Mubadala en Emiratos, o Mumtalakat en Bahréin). Por el contrario, los que tienen misiones de estabilización (Rusia, Chile o Botsuana) mantienen activos líquidos por encima del 60% de sus carteras.

Quinta. Co-inversiones: en el informe de este año, realizamos un análisis exhaustivo de las operaciones de co-inversión de los fondos soberanos en la última década. La conclusión principal es que no es fácil co-invertir. Los abundantes recursos necesarios para hacerlo explican por qué tan solo 22 de los 91 fondos soberanos han hecho operaciones de co-inversión de gran calado en los últimos 10 años. Uno de los datos que se extrae del informe es que los fondos sí están familiarizados para operar conjuntamente. Precisamente, fue un consorcio liderado por Brookfield y participado por CIC y GIC el que adquirió los activos de transporte de gas de Petrobras, por más de US$5.000 millones en 2017, una de las cinco mayores operaciones aquel año.

Sexta. La inversión responsable y el cambio climático siguen en el objetivo de los fondos. La reciente reunión del COP24 en Katowice (Polonia) ha añadido presión y ha hecho evidente la importancia del capital privado para cubrir las necesidades de inversión sostenible. Los fondos soberanos, con sus US$8 billones bajo gestión, no son ajenos a esta realidad. De hecho, en diciembre de 2017 se creaba el One Planet Sovereign Wealth Fund Working Group, con la misión de acelerar la integración de riesgos y oportunidades financieras ligados al cambio climático en la gestión de grandes masas de activos. Paradójicamente, cinco de los seis fundadores de este grupo de trabajo son fondos soberanos que se nutren con la exportación de petróleo o gas natural. Precisamente, son estos fondos los que más tienen que perder y que ganar con las oportunidades y riesgos que conlleva el cambio climático.

Séptima. En el caso de los fondos de América Latina, los nueve fondos soberanos operativos suman cerca de US$43.000 millones en activos bajo gestión. Los dos fondos chilenos representan casi el 60% de los activos soberanos, con US$24.5000 millones. Destaca el interés en la región por reproducir modelos de gestión de riqueza natural en Suriname (que aprobó la legislación para establecer su propio fondo que gestione la extracción de oro y petróleo) y recientemente en Guyana y Turks&Caicos, donde se debaten los detalles de futuros fondos.

Destacamos otra tendencia en cuanto a los fondos soberanos de la región. La caída de casi el 20% en el valor del fondo de estabilización fiscal de Perú. El motivo fue la retirada de fondos de este vehículo, que contemplaba esta posibilidad, para paliar el gasto necesario en tareas de reconstrucción tras las inundaciones de marzo de 2017. Se trate de un caso similar al uso que se hizo en Chile el año anterior, por motivo de los devastadores incendios. Ambos ejemplos muestran el potencial papel estabilizador que estos fondos pueden tener en situaciones extremas de desastres naturales o de caída acelerada en el precio de las materias primas.

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