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Mark Graham, de Oxford Internet Institute: "Los trabajadores de plataformas, las plataformas y la economía gig están definidos por la vulnerabilidad de los trabajadores"
Jueves, Noviembre 21, 2019 - 15:45

Este académico británico está en una cruzada por humanizar la denominada gig economy. Para ello, investiga el impacto de las emergentes formas de trabajo digital en países de todo el globo. Es uno de los creadores de Fairwork, fundación que promueve el trabajo justo en la economía digital y califica a las apps según su grado de respeto al trabajador.

Apenas una semana antes de que se desatara la furia social en Chile, el profesor Mark Graham estuvo en la Conferencia Cultura Social Media 2019, de la Universidad Adolfo Ibáñez, hablando sobre trabajo digital en la economía de las plataformas.

Desde ahí no solo alertó sobre la precarización del trabajo en este tipo de servicios y de la cuota de responsabilidad que tienen empresas, gobiernos y también consumidores en esta problemática; también anunció el inicio de un estudio sobre cuán justas son las plataformas chilenas con sus trabajadores. Su proyecto ya ha visto la luz en naciones como India, Kenia y Sudáfrica, y ahora pretende extenderse a Alemania, Reino Unido y Chile. Graham, además, es autor de los libros “The gig economy: a critical introduction” (Polity, 2019) y “Digital economies at global margins” (MIT Press, 2019).

-¿Cuándo y cómo empezó a estudiar la relación entre plataformas y trabajo?

-Estaba interesado en el outsourcing y cómo este está cambiando la geografía de los trabajos, e investigando por qué llega a lugares pobres como Kenia y a otras partes de África. Eso me permitió entender que no se trata solamente de trabajos presenciales. Las plataformas se están yendo a los lugares más pobres del mundo, así que me entreviste con esos trabajadores y eso me hizo querer estudiar más las plataformas, la naturaleza de estas y cómo están cambiando al mercado del trabajo y la experiencia del trabajo para los trabajadores.

-¿Y cómo está cambiando el ambiente laboral con estas plataformas?

-Hay que destacar primero que la economía gig (nota del editor: el concepto alude a los trabajos esporádicos que tienen una duración corta y en los que el contratado se encarga de una labor específica dentro de un proyecto) es grande: aproximadamente uno de cada diez trabajadores en el Reino Unido se gana la vida en ella. En los EE.UU., la cifra se estima en 8%. A principios de este año, hubo una encuesta panafricana que mostró que el 1,3% de los africanos adultos ahora gana dinero a partir de esas plataformas. Y estas tratan de venderse a sí mismas como un simple intermediario entre el trabajador y personas que necesitan el servicio, un facilitador del mercado del trabajo. A ellos les gusta usar ese marco porque les permite restarse de cualquier responsabilidad con el trabajador. Si dices ‘yo no soy el empleador, solo soy las páginas amarillas, donde hago un match entre oferta y demanda’, entonces, no les puedes pedir salario mínimo o protección social, porque a las páginas amarillas no se le pide salario mínimo. Esa es la narrativa de las plataformas.

Pero la realidad es un poco más complicada que eso, porque las plataformas sí controlan el proceso del trabajo. Si miras a un conductor de Uber o de delivery, hay una gran cuota de control  que se ejerce sobre cómo el trabajador hace el trabajo, las tarifas, los salarios; si ordenas un Uber, no negocias, sino que pagas lo que la plataforma dice, y se gana lo que dice la plataforma, así que pueden cambiar y controlar la naturaleza de esos trabajos. Estas pueden mejorar las condiciones de los trabajadores si así lo quieren; pueden hacerlas peores si así lo desean.

-La principal disputa es si las plataformas tienen trabajadores. De hecho, se les denomina asociados o colaboradores.

-(Las plataformas) harán todo lo que puedan por decir que no son trabajadores, que no les pagan, sino que son los consumidores los que pagan y que ellos son solamente el intermediario. Por eso creo que necesitamos regulaciones que protejan los derechos de los trabajadores, independiente de que sea clasificado como trabajador o contratista independiente. Al final del día, están haciendo un trabajo y hay que protegerlos con regulación y que no sean explotados, que no estén trabajando por sueldos debajo del mínimo, en condiciones de peligro, esa es la responsabilidad de los reguladores en cada país. Pero también, como hemos visto en la historia del trabajo, necesitamos trabajadores que se unan y se organicen colectivamente y negocien juntos con las plataformas, con sus empleadores; que tengan más voz en cómo se estructura y organiza su trabajo.

-Pero a veces se usa como argumento la necesidad urgente de trabajar en lo que sea, sin las ataduras que vienen con las regulaciones, que encarecen el trabajo...

-Ese es un argumento terrible, porque es básicamente decir: ‘¿quieres un mal trabajo o ningún trabajo?’. Esa no es la elección; es una falsa elección. Creo que deberíamos reconocer que muchas de estas plataformas han sido muy innovadoras y han creado ciertas demandas para servicios que antes no necesariamente existían, pero no vamos a retroceder el reloj a un tiempo donde la gente no quiera conseguir un taxi con su celular, donde la gente no ordene pizzas a domicilio… la demanda ya está, no puedes eliminarla. Así que no creo que esa razón sea valedera nunca más. La demanda por estos servicios no se irá, y entonces, si le presentas a la gente la opción de que puede costar un poquito más pedir un taxi o la comida, pero eso significa que el trabajador esté trabajando por condiciones injustas... No creo que aceptemos que la enfermera o el cajero de banco trabajen por menos del sueldo mínimo, entonces, ¿por qué aceptaríamos que el trabajador de plataforma sí?

-Aun así, cuando se les imponen estas condiciones, es posible que estas plataformas decidan retirarse de un mercado, dejando detrás una cuota de cesantía.

-Ese es un bluff que creo que más países necesitan destacar. Cuando Uber (o cualquier otra plataforma) dice ‘si nos imponen más regulaciones vamos a irnos’, entonces, despídanse, porque creo que, como dije, la demanda por estos servicios está, y si ellos se van, entonces, algún otro creará una app que haga lo mismo. ¡No es ciencia de cohetes (rocket science)! No han inventado nada que no se pueda imitar. Son servicios que se pueden emular y lo puedes ver en todo el globo, hay muchos competidores. Y cuando amenazan o crean estas amenazas, no vale la pena claudicar: tenemos que demandar trabajos decentes, sueldos decentes y condiciones de trabajo decentes.

 

PRECARIZACIÓN

-Imagino que la razón detrás de todo esto para la empresa es maximizar su ganancia, pero ¿qué pasa con el rol del gobierno?

-Bien, hay una razón de por qué existen las leyes laborales, las licencias médicas, el salario mínimo y ni hablar de los impuestos. Tenemos una serie de leyes laborales que existen para proteger los derechos de los trabajadores y las plataformas están circundando buena parte de ellas al no clasificar a los trabajadores como empleados. Por eso es que asuntos como el salario mínimo no aplican, porque el trabajador se supone que es una pyme. Los trabajadores de plataformas, las plataformas y la economía gig están definidos por la vulnerabilidad y precarización de los trabajadores.

-Pero parece que es distinto si un gobierno es más de izquierda o de derecha…

-Por supuesto. Uno de los factores más relevantes de hacer este trabajo, en distintos países, es que tú ves el efecto que cada regulación tiene en la economía gig, donde las plataformas deben operar de formas distintas. En Alemania, los conductores de Uber son empleados, pero no pasa eso voluntariamente, es una realidad causada por las realidades de cada contexto especifico. Necesitamos considerar con cuidado, pero con fuerza, una regulación que proteja los derechos de todos los trabajadores y, hasta ahora, cuando tú hablas con trabajadores de una plataforma, ellos te dicen que no son empleados.

-¿Y qué responsabilidad tiene el consumidor de plataformas, que eventualmente podría ser un factor de cambio respecto de las condiciones de las plataformas?

-Creo que siempre hay gente que está muy poco preocupada moralmente de su impacto; siempre habrá personas que arrojan basura a las calles y otras que no. Todos tenemos diferentes actitudes hacia nuestras responsabilidades morales en el mundo, y pienso que a suficientes de nosotros nos preocupa nuestro impacto en el mundo. Aunque es fácil ocultar tu impacto en el mundo si no sabes bajo qué condiciones se cultiva el té que compraste en el supermercado. Sin embargo, es distinto con las plataformas, porque usas una app para ordenar un servicio y luego hay más de una oportunidad para conocer y establecer un puente de empatía con el trabajador; para entender más de sus condiciones trabajo, lo que enfrenta en el día a día y que entiendas que también tienes una cuota de responsabilidad como usuario de un servicio.

En UK, cuando una persona como un plomero o un electricista viene a hacer un servicio, lo primero que haces es ofrecerle una taza de té; no, simplemente, esperas que se ponga a trabajar, porque son seres humanos. Con las plataformas se trata de modificar esa relación, y aunque no tenemos suficientes horas en el día para hacer una investigación (de las plataformas), no debemos tratar a los trabajadores como un commodity. Tenemos que reconocer a la Humanidad detrás de la plataforma.

-¿Y cuál es ahí el rol de las universidades y las ONG en la concientización, por ejemplo?

-Como investigadores, creo que el centro de lo que hacemos es la investigación, pero creo que una meta de la investigación puede ser descubrir este tipo de dinámicas; descubrir las condiciones de trabajo detrás de las apps, y eso es lo que hacemos en Fairwork Foundation (Trabajo Justo), una iniciativa que califica las plataformas con diez criterios en torno a las prácticas de trabajo justo. Esos puntajes se pueden usar para comparar directamente plataformas entre sí, una vez que liberamos los resultados de forma pública, y luego que la gente decida. Quiero decir que no nos corresponde legislar, somos investigadores; no nos corresponde hacer nada más allá de eso, pero sí nos podemos preocupar de que nuestro trabajo sea valioso y sea configurado como tal y que tenga impacto.

 

NO NOS IGNOREN

-Fairwork ya ha hecho investigaciones sobre India, Alemania, Sudáfrica, UK y ahora Chile

-Es nuestro segundo año, co-desarrollamos estos principios de trabajo justo con trabajadores, sindicatos, sector privado, políticos, y desarrollamos cinco principios a los que les asignamos una puntuación, llevándolo a algo bastante simple.

-En su tiempo en Santiago, estuvo con las principales plataformas en Chile, avisándoles que las iban a calificar. ¿Hubo participación? ¿Estuvieron de acuerdo?

-Sí, estuvimos en un workshop y ellos -Cornershop, Uber...- estaban presentes. No quiero hablar por ellos, pero creo que traté de hacerles entender que los vamos a calificar, quieran o no, así que les convenía colaborar con nuestros investigadores, pues mientras más evidencia nos podían proporcionar, mejor los podíamos calificar. Así que sería contra sus intereses si nos ignoraban. 

-¿Les preocupan los impuestos digitales y la forma como algunas plataformas y las bigtechs no los pagan?

-Es muy importante, pero nuestros principios están más bien puestos en las condiciones de trabajo de los trabajadores. Se podría decir que, si no pagas impuestos, no estás alimentando el sistema de servicio social, y eso tiene un impacto negativo en la vida de los trabajadores… tendrías un punto, pero por ahora no estamos viendo el tema de impuestos.

En general, las empresas internacionales tienen formas bastante elaboradas sobre qué se consideran ganancias, y una gran parte de compañías digitales evaden impuestos porque tienen esos resquicios donde técnicamente no obtienen ganancias, porque pagan grandes licencias a compañías tecnológicas que residen en paraísos fiscales. No soy abogado de impuestos, así que no entraré en detalles ni hablaré por ellos, pero el tema de las ganancias no es tan simple como parece desde afuera. ¿Son evasores? Por supuesto que lo son, pero nosotros les permitimos serlo; nuestros gobiernos les permiten serlo y necesitamos mejores regulaciones para combatir esto, en todo el mundo.

-Nuevamente, hay una porción de la población que está en contra de cobrarles impuestos, dado que están generando riqueza.

-Pero están usando los caminos, ¿no? Uber usa las calles y toma ventaja de los bienes públicos. Por ende, deberían estar pagando impuestos. He estado en países donde los caminos son pésimos y podrías tener la discusión de hacia dónde están yendo los impuestos, pero estas compañías están construyendo su negocio y contando con esta medianamente funcional sociedad. Por supuesto que tienen que contribuir, de otra forma, son parásitos.

-Estudia la precarización de la economía de plataformas, pero hay millones de personas que no trabajan en plataformas, sino en trabajos tradicionales y también ahí es precaria su situación.

-Es un signo de que necesitamos formas de gobernar nuestras economías que sean más equitativas y justas, y donde se compartan los beneficios. Creo que estamos en una situación peligrosa en todo el mundo, donde tenemos crecientes desigualdades entre ricos y pobres; pareciera que en el mundo la gente hubiese renunciado a la idea de que estamos todos juntos, una única y gran sociedad, y que las personas ricas, las empresas ricas, de alguna forma, nos olvidamos de que eso no viene de la nada.

No es que el CEO esté trabajando 10 mil veces más duro que el chico de la calle, por supuesto que no: la gente rica es rica porque todo está conectado y es relativo... todos en el planeta parece que hemos olvidado nuestras responsabilidades entre nosotros y para con el resto, y pienso que todos necesitamos algo así como revisitar estas preguntas nucleares sobre cómo nos cuidamos, qué solidaridad debemos tener, como comunidades y sociedades. No es sobre quién trabaja más duro; hay un montón de gente pobre que trabaja muchísimo, y que aun así es pobre y es uno de estos trabajadores precarizados de los que estamos hablando. Entonces, ¿cómo pensamos en rediseñar nuestra sociedad para que podamos compartir más con el otro, que hagamos preguntas sobre si cada ser humano merece atención de salud, si acaso cada niño no merece las mismas oportunidades? ¿Por qué el niño de una persona rica debería ir a otro colegio que el de la persona pobre? El niño no ha hecho nada para merecer ese tipo de condiciones. Necesitamos repensar estas cosas. Y hacernos más preguntas fundamentales sobre equidad y cómo abordar las inequidades y cómo abordamos la redistribución de las riquezas y los recursos y servicios, porque si no lo abordamos, vamos solamente a tener inequidades que crecen y crecen... y entonces, puedes ir a un lugar como Nairobi o Johannesburgo, donde tienes brechas ridículamente altas entre ricos y pobres, y si ves cómo viven los ricos, es como que tampoco tienen  una muy buena vida, porque deben vivir detrás de  altas rejas y protecciones electrificadas... esencialmente, viven en una prisión que se hicieron ellos mismos. ¿Quieres eso acá? La única forma de atacar eso es encontrando formas de redistribuir la riqueza y apoyar a los pobres de la sociedad; apoyar las necesidades de la sociedad y eso implica que las empresas grandes y los ricos encuentren formas de contribuir a una forma de vida más equitativa.

Autores

Gwendolyn Ledger