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¿El fin del libre comercio?
Mar, 13/03/2018 - 09:14

José Roberto Concha

Dos años del TLC entre Colombia y Chile
José Roberto Concha

José Roberto Concha es el director del Consultorio de Comercio Exterior (Icecomex)  y jefe del departamento de mercadeo y negocios internacionales de la universidad Icesi (Colombia). Con un Master of Management y un Phd en Mercadeo de Tulane University en New Orleans, Estados Unidos. Trabajó durante 13 años como gerente de mercadeo en Miles Laboratorios y en Sucromiles, y por 16 años se desempeñó como gerente general de empresas del país y del exterior como Comolsa, Valores en Carvajal S.A., Offsetec en Quito, Ecuador y Zona franca Palmaseca. Dicta cátedras en negocios internacionales y mercadeo en la Universidad Icesi y dicta cursos en estas materias en Ecuador y Bolivia en los MBA de Espol y de la Universidad Católica, respectivamente.

A finales del siglo pasado, la Organización Mundial de Comercio (OMC) promovió el libre comercio entre países con el propósito de facilitar intercambios, aprovechar ventajas comparativas y beneficiar a los consumidores de todo el mundo con una mayor oferta de bienes y servicios a precios más competitivos.

Hoy la OMC cuenta con 164 miembros que conforman más del 94% del mercado mundial y tiene suscritos cerca de 300 acuerdos comerciales regionales. Los procesos de apertura en los países que se generaron a raíz de estas adhesiones, han facilitado el comercio, impulsado las industrias, generando empleo, promoviendo la innovación y dando un mayor y más rápido acceso a los consumidores globales de los nuevos desarrollos.

No todo es color de rosa, para pertenecer a este grupo de países y facilitar el intercambio ha sido necesario que las economías hagan concesiones en algunos frentes para beneficiarse en otros. No necesariamente este intercambio da siempre resultados positivos, un buen ejemplo es Colombia, con balanza comercial positiva hasta el 2013, pasó a tener un déficit que aún no hemos podido cubrir a pesar de los esfuerzos de unas mayores exportaciones. Pero así es el juego en los mercados internacionales.

Las últimas decisiones del gobierno de Estados Unidos con la no adhesión al acuerdo comercial TPP (Trans Pacific Partnership), la demanda de una nueva negociación del acuerdo comercial con México y Canadá, el aumento de aranceles a los paneles solares de China, las lavadoras de Corea del Sur y los más recientes aranceles establecidos del 25% al acero y 10% al aluminio, muestran una política decidida de protección, cierre de fronteras y fin del libre comercio. La política de “yo juego pero si yo gano” muestra una nueva y peligrosa tendencia en el comercio mundial.

Es cierto que el déficit de la balanza comercial de Estados Unidos es crónica y no temporal, con cifras que superan los US$700.000 millones. Pero también es cierto que su poder de consumo con 330 millones de habitantes y un ingreso per cápita promedio de más de US$55.000 anuales, lo hace un territorio donde todos queremos estar con nuestros bienes y servicios porque existen muy buenas y grandes oportunidades.

La economía norteamericana goza en estos momentos de buena salud, con un crecimiento del 2% y una tasa de desempleo inferior al 5%, pero su protección a las importaciones causará tremendos efectos internos y externos. Efectivamente un aumento de aranceles hará aumentar el precio interno de los productos que se sientan protegidos y el consumidor americano deberá pagar los costos de esa protección.

Externamente, industrias productoras que han desarrollado empresas para abastecer el mercado norte-americano se van a ver seriamente afectadas y buscarán colocar sus excedentes en otros mercados, donde los países emergentes como Colombia, podríamos llegar a pagar “los platos rotos”.

Además se empieza a crear inquietud por la decisión de nuevas inversiones: será que se amplía la producción interna en USA por estas decisiones?. Por otra parte, existirá un gran temor de las empresas en invertir en mercados emergentes para abastecer el mercado de USA. Proteccionismo e incertidumbre es una mezcla letal en los negocios. Sombrío espectáculo que puede ocasionar en el corto plazo una restricción a futuras ampliaciones de producción y nuevas empresas esperando a ver si se calma la marea o se convierte en toda una tempestad de la cual todos saldremos perdiendo.