Los sorprendentes acantilados que revela la misión Roseta
Parece un anochecer tranquilo, en el que la luz de la luna en el horizonte proyecta una imagen clara y apacigüada. Parace un valle, en el que las paredes de la montaña dan un entorno de certezas y orientaciones claras.
Sin embargo, la imagen no es en la tierra. Ni siquiera en algunos de los planetas del sistema solar. Es en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Y se trata de uno de los sorprendentes acantilados que delimitan la zona llana del istmo del primer cometa estudiado in situ por el ser humano.





