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Etanol a la brava en Costa Rica
Jue, 11/04/2019 - 11:46

Juan Carlos Hidalgo

La Marina estadounidense en aguas costarricenses
Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo es analista de políticas públicas sobre América Latina en el Cato Institute. Escribe frecuentemente sobre temas de actualidad y sus artículos han sido publicados en los principales periódicos latinoamericanos como La Nación (Argentina), El Tiempo (Colombia), El Universal (México) y El Comercio (Perú). También ha sido entrevistado en medios internacionales como BBC News, Al Jazeera, CNN en Español, Univisión, Telemundo, Voice of America, Bloomberg TV, entre otros. Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Costa Rica y sacó su maestría en Comercio y Política Pública Internacional en George Mason University.

A poco más de dos meses de que la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) lance su plan de mezclar gasolina con etanol, las dudas están a la orden del día. Los mismos estudios elaborados por la refinería evidencian que estamos ante un disparate que le saldrá muy caro a los consumidores. Aun así, las autoridades están empecinadas en hacer realidad un nebuloso plan que contabiliza siete fracasos previos en el país.

Todavía se desconoce de dónde saldrá el etanol, o cómo se va a almacenar sin que se haya construido la infraestructura necesaria. Recope dice que va a importarlo de Houston o Brasil, pero al mismo tiempo indica que uno de los principales objetivos del programa es dinamizar la agroindustria y evitar la fuga de divisas al exterior. El CNP incluso habla de un joint venture de ¢6.000 millones con Recope para construir una planta de producción del biocombustible.

El origen del etanol es crítico para determinar el efecto sobre el precio de la gasolina. Los últimos cálculos de Recope indican que este aumentaría si se importa de Brasil y disminuiría si se trae de Houston. Pero esto no incorpora un detalle señalado en uno de sus estudios: el etanol tiene menor contenido energético que la gasolina, por lo que, bajo cualquier escenario, los conductores tendrán que consumir más combustible para recorrer las mismas distancias. El impacto sobre el bolsillo sería evidente. Además, por ninguna parte se menciona qué pasaría con el precio si el etanol se produce en el país, como es la intención de Recope.

La introducción del etanol es parte del Plan Nacional de Descarbonización. Irónicamente este señala al cultivo de caña de azúcar como uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero del sector agrícola. Recope insiste en que habrá una disminución en las emisiones de CO2, pero sus cálculos solo toman en consideración el proceso de combustión del biocombustible. Un estudio advierte que el impacto del etanol en las emisiones “es más crítico durante la etapa de producción… que durante su combustión”. De hecho, la evidencia internacional es abrumadora en cuanto al magro récord ambiental del etanol, por lo que su adopción en otros países se explica más por los intereses de grupos de presión agrícolas.

En lugar de ocurrencias como esta, deberíamos estar discutiendo la muy necesaria apertura del monopolio de Recope y la liberalización del mercado de combustibles.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en el centro de estudios públicos de ElCato.org.