La felicidad de los taxistas
Subirse a un taxi en Chile ya no es lo que era. Mejoró. Ahora es una oportunidad para reconocer cómo, por fin, la variedad echa raíces en el país: “Sí, me casé por conveniencia”. El auto gira a la izquierda, el puente de equis metálicas que cruza el río Mapocho queda atrás. Niños retozan en las aguas de la Fuente Alemana, a unos metros, y el verano santiaguino sobreimprime felicidad en sus memorias. “Acá todo el mundo hace las cosas por conveniencia”, insiste. El Premio Nobel Gary Becker daría un respingo alegre si lo escuchara.





