Pecados de carnaval
“¡Quién quiere dinero! ¡Quién quiere dinero!”. Así estimula el animador más popular de la televisión brasileña a su platea, formada por gente humilde, a codearse y jalonearse para agarrar en el aire uno de los avioncitos de billetes que él avienta. Pero Silvio Santos, dueño de un grupo multimillonario de empresas que incluye hoteles, cosméticos, construcción y a SBT, la segunda cadena de televisión del país, vio cómo se revertía su frase más famosa: fue él quien debió pedir dinero para salvarse de un alud.





